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LAS IMAGENES MENTALES


Rafael Villate Mejía
Bogotá, Abril 9, 2011



Algunas características de las imágenes mentales

Cuando nos referimos a las imágenes mentales estamos incluyendo una connotación visual muy acentuada. Sin embargo, los datos visuales llegan con frecuencia acompañados por insumos de los demás sentidos. Por otra parte, a veces una percepción será solamente auditiva u olfativa, como cuando escuchamos venir un carro antes de verlo o cuando la brisa nos trae un aroma sin que podamos determinar su origen. (7.01)

Sobre la base de la información recibida de uno o varios sentidos nuestra mente compone un «patrón» o «modelo» que representa la percepción. Este patrón es una selección consciente o inconsciente de sus componentes: los que son importantes para preservar o mejorar la vida (en sentido amplio, lo que interesa por cualquier motivo al observador ) son preservados y pasan a la memoria de largo plazo mientras los demás se desechan. Adicionalmente, es organizado por un sistema que está inmerso en un medio emocional. Adquiere naturalmente connotaciones emocionales. Así, la construccion mental que es guardada en la memoria de largo plazo es el producto final de transformaciones subjetivas de la realidad hechas por nuestra inteligencia y nuestras emociones.

Puesto que las imágenes mentales no son solamente visuales, puesto que al cuadro que llega de la vida real se le suprimen varias de sus características y porque la imagen finalmente adquiere la forma que sea necesaria para representar un significado subjetivo, en vez dar a esta construcción el nombre de «imagen mental», es preferible referirnos a él como una «representación mental». Esta se encuentra inmersa en un contexto sensorial, es mezclada y transformada utilizando elementos subjetivos y es impregnada con referencias emocionales. Debido a su uso generalizado, continuaremos utilizando también el nombre de «imágenes mentales», aunque dándole el significado que acabamos de presentar.

Las representaciones mentales que han sido almacenadas en la memoria de largo plazo no permanecen estáticas. Cambian con el transcurso del tiempo. R. Arnheim sugiere que dos fuerzas principales actúan sobre éstas, modificándolas en direcciones opuestas (7.02). Una tiende a simplificar su estructura haciéndolas perder detalles y refinamiento, con lo cual pueden ser adaptadas a modelos o patrones familiares para el sujeto. La segunda, por el contrario, tenderá a preservar e inclusive a hacer más nítidas las características distintivas del complejo de memoria. Así, los contenidos de una representación serán reducidos progresivamente a sus características básicas, moldeadas por la dinámica interna del individuo.

En resumen, una representación nunca será una copia mental de lo que la originó. Será estructurada alrededor de los elementos principales de la interpretación que le da el sujeto originalmente y será modificada después por las fuerzas que actúan en su ambiente interno individual.

¿Bajo qué forma aparecen las representaciones mentales a nuestra mente consciente? Sus características fundamentales están representadas por trazos que apuntan hacia una forma o por indicaciones de movimiento, de manera semejante a cómo usted dibujaría una caricatura. Algunas veces serán aparentemente completas y nítidas, otras fragmentarias e indefinidas. Pueden ser construcciones estables o formas fugaces que aparecen y desaparecen en cuestión de segundos. En el extremo, una representación puede ser solamente una certeza intuitiva, una semilla emocional cargada de significados imprecisos que pueden desaparecer o prosperar y que señalan la orientación y los límites de una idea. Siendo el ser humano predominantemente visual, la utilización de imágenes de este tipo es común, así sea en la forma germinal, simplificada o imprecisa a que nos hemos referido.

Las representaciones mentales son por lo tanto modelos subjetivos simplificados, estructurales y funcionales de la realidad. Limitados a trabajar con lo que nos suministran los sentidos, estas son las unidades de trabajo básicas de nuestra actividad mental, que luégo utilizará otros instrumentos para precisar, ordenar, relacionar o comunicar.

En consonancia con lo anterior, son también la materia sobre la cual descansa el razonamiento abstracto con el cual operan, por ejemplo, la matemática y la física. Es la interacción entre las representaciones mentales de información externa lo que nos permite construir los modelos generales que utilizamos para entender el mundo. Estas interacciones generan versiones nuevas y simplificadas que relacionan algunas de sus características cada vez más sintéticamente, hasta que emergen patrones muy amplios que son condensados en trazos de forma o movimiento. Transformados por el análisis y el lenguaje, una serie de operaciones mentales sucesivas conduce al hombre a encontrar conceptos como el de la gravedad o el de la relatividad del tiempo.

Observando el mismo proceso desde otro punto de vista, el de la psicología personal, las operaciones efectuadas con las representaciones mentales, algunas conscientes, muchas inconscientes, determinan la manera como interpretamos las experiencias de la vida real. Estas son depositadas en la memoria de largo plazo y ,siguiendo el proceso que hemos descrito, comienzan a formar estructuras cada vez más complejas que reflejan nuestro conocimiento y nuestras expectativas sobre algún aspecto del mundo . Estos complejos sistemas de memoria que moldean nuestra interpretación de los eventos y nuestras respuestas a ellos han sido denominados «esquemas» (en Baddeley, «schemas» y «schemata»). (7.03)

El conjunto total de estos esquemas constituye nuestro conocimiento. Sin embargo, éste no conforma un sistema unificado que integra toda nuestra experiencia sino que se presenta en múltiples circuitos o módulos independientes. Cada uno de ellos preserva el conocimiento relativo a experiencias específicas o a campos de la experiencia. Pueden ser tan limitados que abarquen un solo sentido o tan amplios que cubran varias estructuras mentales (7.04). Pueden conducir a un comportamiento consistente a través de diferentes campos de la experiencia o, al contrario, a repuestas inconsistentes. Pueden inclusive producir evaluaciones conflictivas en relación con un mismo episodio.

Para resumir, nuestra inteligencia trabaja con representaciones subjetivas básicas y funcionales del mundo. Estas aparecen a nuestra consciencia en formas simplificadas para ofrecer elementos esenciales de significado. Representaciones primarias múltiples organizadas como «esquemas» son utilizadas como modelos para interpretar nuevas experiencias. La interacción entre representaciones genera otras cada vez más amplias que son procesadas a través del análisis y del lenguaje y que permiten desarrollar las abstracciones que son necesarias para nuestros más altos logros intelectuales.



Las imágenes mentales y las palabras

Las cosas existen antes de que les demos un nombre. De hecho, no estamos dando un nombre a la cosa sino a nuestra representación mental de ésta. Lo que son las cosas en nuestra mente es todo lo que ellas son para nosotros. Las palabras y frases que usamos se refieren a los significados y a las relaciones construídas en nuestras mentes sobre una base subjetiva. Nuestras representaciones mentales son el referente necesario de la realidad sobre el cual trabajan nuestras mentes: no tenemos otro.

El objeto tiene que aparecer en nuestra conciencia antes de que podamos nombrarlo. Dar un nombre es un esfuerzo alrededor de una construcción mental, esfuerzo que ha llegado a ser consciente. Las palabras «gravedad» y «libertad», la comparación «mayor que», la conjunción «pero», son la etapa final del juego interior con las representaciones mentales.

Aún no existe claridad sobre el papel que desempeñan las representaciones y el lenguaje en nuestros procesos mentales. Qué contribuye cada uno, cuáles son sus interrelaciones. Por ejemplo: ¿Qué le agregan las palabras a nuestra dinámica representacional? ¿El lenguaje crea pensamiento sin representaciones? ¿Es el pensamiento sin imágenes responsable de nuestras más altas abstracciones?

Hoy parece que hay acuerdo general en que el lenguaje cumple un papel más importante que el de simple traductor de las representaciones mentales. Nuestras mentes no pueden avanzar sin el frío instrumento del análisis. Tenemos que ser capaces de detener el fluído y cambiante universo y trazar límites para definir unidades con las cuales pueda trabajar nuestra mente en el tiempo y el espacio. Las palabras y los conceptos expresados en palabras constituyen estas unidades estables. Trabajando con ellos podemos digerir elementos del mundo exterior, encontrar conexiones y construir modelos que describan sus interrelaciones. Pero encontrar conexiones nuevas significa abrir puertas a interpretaciones frescas de la realidad, por ejemplo las once dimensiones que presenta la "teoría de cuerdas" en la física contemporánea. ¿Es este proceso analítico y verbal independiente de las representaciones mentales? ¿O éstas se deslizan sin ser detectadas hacia niveles profundos adonde nuestra conciencia no llega?

Sin la existencia del lenguaje no habríamos llegado al punto en que tenemos que contestar estas preguntas. Podemos suponer con razonable seguridad que los dos elementos, representaciones y lenguaje, son esenciales para nuestra actividad mental. La civilización occidental ha comprendido y dignificado el lenguaje junto con su compañero necesario, el análisis. Solamente ahora está comenzando a explorar el papel que las representaciones mentales han desempeñado en cada etapa de nuestro desarrollo.

Existe evidencia abundante sobre la utilización de procesos mentales independientes del lenguaje en todas las áreas de la actividad humana. Veamos algunos testimonios:


De Albert Einstein: «Las palabras o el lenguaje, tal como son escritas o habladas, no parecen jugar ningún papel en mi mecanismo de pensamiento..... Las entidades psíquicas que parecen servir como elementos de pensamiento son ciertos signos e imágenes más o menos claras que pueden ser reproducidas y combinadas a voluntad..... Palabras convencionales u otros signos han sido buscados laboriosamente en una segunda etapa cuando el juego asociativo mencionado arriba ha sido suficientemente establecido y puede ser reproducido a voluntad.» (7.05)

De Jacques Hadamard: «Yo insisto en que las palabras están totalmente ausentes de mi mente cuando yo realmente pienso..... Aún después de leer o escuchar una pregunta, cada palabra desaparece en el momento en que comienzo a pensarla; las palabras no reaparecen en mi consciencia antes de que yo haya logrado resultados o abandonado la investigación..... y concuerdo plenamente con Schopenhauer cuando él escribe: "Los pensamientos mueren en el momento en que son encarnados en palabras". Creo que también es esencial enfatizar que me comporto de esta manera no solamente con palabras sino con signos algebraicos. Los utilizo cuando se trata de cálculos fáciles pero cada vez que la materia parece más difícil constituyen un bagaje demasiado pesado para mí.» (7.06)

De Richard Feynman: «Todo es visual. Es difícil de explicar..... Normalmente trato de percibir las imágenes más  claramen- te, pero al final las matemáticas pueden asumir el control y ser más eficientes en comunicar la idea de la imagen. En algu- nos problemas que he enfrentado fué necesario continuar con el desarrollo de la imagen antes de que la matemática pudiera realmente realizarse.» (7.07)


Las imágenes mentales y la lectura

El uso de imágenes mentales como proceso de pensamiento es fácilmente observable durante la infancia. Es común ver cómo un niño queda absorto en la contemplación de las imágenes que genera en su mente una narración. La familiaridad con la creación de imágenes mentales se va perdiendo cuando en la vida académica esta clase de imaginación cede el lugar al desarrollo de la capacidad analítica basada en la utilización del lenguaje.

Por falta de práctica, con el tiempo perdemos la facilidad inicial de generar nuestra propia dinámica con imágenes mentales. Por esta razón nos cuesta hacerlo con la lectura. Esto afecta nuestra concentración, nuestra comprensión y nuestra capacidad de recordar información transmitida por este medio.



Concentración.

Para concentrarse satisfactoriamente, toda nuestra mente debe trabajar como una sola unidad. Esto quiere decir que debemos ocupar, no solamente el hemisferio izquierdo que responde por el lenguaje y el análisis, sino también el hemisferio derecho cuya función milenaria ha sido la de proveer el contexto general para una experiencia, la rápida identificación de los elementos importantes de esta experiencia para el sujeto y la generación de representaciones mentales correspondientes entendidas como se explicó en los párrafos anteriores. El hemisferio derecho es el llamado, entonces, a generar esas representaciones que brotan del texto para que éste logre interesar al lector y así se comprometa en la tarea de seguir el discurso sin dejarse desviar por otros intereses provenientes del ambiente interno o externo.

Si el hemisferio derecho no está ocupado cumpliendo con su parte en la interpretación del texto, queda libre para ocuparse en otros asuntos, con la velocidad imaginativa que lo caracteriza. En este caso, aparecerán imágenes mentales espontáneas en la mente del lector que lo alejarán del enfoque en su área de estudio.

Lo mismo debe decirse del medio emocional: si no está sincronizado con el objeto de la lectura, forzosamente buscará orientar la atención mental hacia intereses diferentes.

Dividido entre las variadas exigencias del sistema límbico, del hemisferio derecho y del izquierdo, nuestra mente no será capaz de atender apropiadamente a lo que es el objeto de estudio.



Comprensión.

Cuando falla la concentración, el lector no sigue el desarrollo de cada paso del mensaje porque su mente está ocupada también por otros pensamientos. Difícilmente lo entiende y tiene que volver sobre sus pasos a repasar, en un círculo vicioso que cansa y aburre, conduciendo a una comprensión aún menor.

Pero existe otro aspecto menos conocidos por los estudiantes.

Si el vínculo de la palabra con la representación personal se rompe, la palabra, y a la larga el mensaje, no evoca una relación con la experiencia vital del lector. Será interpretada apenas mediante el valor de la definición conceptual del término complementada por el desarrollo lineal de la argumentación. El nuevo conjunto de conocimientos se encuentra aislado del resto de experiencias del lector.

Al no interiorizar el mensaje para comprenderlo bajo el lente de la interpretación personal, el conocimiento adquirido tiende a depender de la memoria de la organización del argumento o de una fórmula. Este tipo de conocimiento no interiorizado es muy común y conduce a dificultades en la interpretación de la materia que se está estudiando y en su utilización para resolver problemas en la vida real. En otras palabras, conduce a una comprensión deficiente del tema. No es necesario añadir que tampoco permite la creatividad en relación con el mismo.

Adicionalmente, un conocimiento basado únicamente en la definición de la palabra o en la rigidez conceptual del argumento puede perder contacto con el mundo real al cual quiere representar. La comprensión del fenómeno se puede ver empobrecida, inclusive puede llegar a ser equivocada. En estas condiciones la misma capacidad analítica pierde significado al no seguir asentada sobre bases reales.

Cuando se piensa sin tomar en cuenta el contexto y la experiencia personal, es posible llegar a conclusiones extrañas, bien alejadas de la realidad. Esta es una razón de más para considerar el uso del hemisferio derecho.



Memoria

Cuando fallan la concentración y la comprensión, es bien difícil pedirle a la memoria que funcione apropiadamente. Si el fenómeno no se ha entendido, tampoco se podrá recordar bien. Muchas de las fallas atribuídas a la memoria son en realidad fallas en la atención y en la comprensión (7.08).

Por otra parte, la memoria funciona mejor en cuanto existan más vínculos que relacionen lo nuevo con lo ya conocido. En cuanto se conoce mejor el contexto dentro del cual opera un fenómeno bajo estudio, más posibilidades hay de mirarlo desde diferentes puntos de vista, de aumentar el número de asociaciones y por lo tanto de vínculos para la memoria de largo plazo.

La familiaridad con el contexto y la generación de complejos de representaciones mentales propias que estén bien atadas al sentido común y a conocimientos vitales del lector, son el mejor remedio para una memoria deficiente en cualquier área de la vida intelectual.



Seguimos siendo una especie predominantemente visual. En los negocios, la economía, la ciencia y la tecnología, por ejemplo, los estudios y la actividad profesional serían impensables sin el uso de material gráfico. Desaprovechar la capacidad imaginativa de nuestro cerebro para la comprensión y la creatividad en la vida académica y profesional significa empobrecer las posibilidades de desarrollo del estudiante y de la sociedad en general. Adicionalmente, significa reducir la satisfacción personal al individuo, es decir, su oportunidad de verse realizado como persona al dedicarse a la vida intelectual o al entrar en contacto con ella.

La actividad imaginativa ofrece ventajas enormes al estudiante. Vale la pena incluir aquí el testimonio de investigadores de este tema.

«No sorprende mucho que adultos que no han desarrollado la habilidad de la visualización reconozcan fácilmente que no les gusta leer nada diferente a manuales de cómo hacer cosas y exclusivamente de información factual. Profesor tras profesor me ha confirmado que los mismos estudiantes que no son capaces de crear cuadros mentales son los mismos estudiantes que no tienen éxito con la lectura.» (Laura Rose, 7.09)

«He encontrado que el manejo de imágenes es un método muy efectivo para incrementar el logro de habilidades cognitivas en mi salón de clase.... Como resultado de utilizar la generación de imágenes he observado los siguientes beneficios: ► Creatividad mejorada en la expresión verbal y escrita. ► Comprensión de lectura mejorada. ► Habilidades de atención y concentración mejoradas. ► Memoria y retención mejoradas.» (Kathy Mason, 7.10)

«Los autores de ficción narrativa hacen un uso repetido de la descripción cuando presentan caracteres, describen un scenario o explican una acción. Para entender plenamente el arte del autor, el lector debe crear las imágenes visuales sugeridas por el texto escrito.» (T.W.Johnson, 7.11)

«.... cada dibujo hecho por un estudiante deja una impresión mucho más profunda en su mente que un informe que escriba o que una serie de cálculos numéricos.» (H. Nelms, 7.12)



La habilidad para manejar imágenes mentales puede ser educada para desarrollar nuestra capacidad intelectual (7.13), afectando también la facilidad para leer más y mejor. En artículo posterior haremos referencia a los materiales que pueden utilizarse para este efecto.



 

Notas y referencias

7.01 Para la exposición sobre representaciones mentales, memoria y esquemas mentales, imágenes y lenguaje, me he basado en los excelentes trabajos de Hadamard, Arnheim y Baddeley:

► Jacques Hadamard, “The psychology of invention in the mathematical field”, ©1945, Dover, 1954.

► Rudolf Arnheim, “Visual thinking”, University of California Press, 1969

► Alan Baddeley, “Human memory: Theory and practice”, Allyn and Bacon, 1990.

He eliminado las comillas en la traducción de las citas textuales de estos autores pero coloco la referencia inmediatamente a continuación de la frase o frases respectivas.

7.02 Rudolph Arnheim. Op.cit. p 81.

7.03 Alan Baddeley. Op. cit. p 335.

7.04 Ver:

► Alan Baddeley, “Your memory: A user’s guide”, MacMillan Publishing Co. Inc. NY., 1982, p 11.

► Alan Baddeley, “Human memory”, ver 7.02, p 4.

► Barry Gordon, M.D., Ph.D. and Lisa Berger, “Intelligent memory”, Viking, 2003, Chapter 1.

► Joseph Ledoux, “Synaptic self: How our brains become who we are”, Penguin Books, 2003. Este libro es básico para entender cómo funcionan los diferentes sistemas que integran el cerebro humano.

7.05 Albert Einstein, en carta de respuesta a un cuestionario que envió Hadamard a varios científicos. Ver Hadamard, op.cit. Appendix II, pg. 142.

7.06 Jacques Hadamard, op.cit, cap. VI, pg. 75.

7.07 Richard Feynman, citado en “Visual thinking by scientists” by Ronald D. Kriz. College of Engineering. Virginia Tech., Oct. 2008, http://www.sv.vt.edu/classes/ESM4714/Gen_Prin/vizthink.html . A su vez, Kriz lo tomó de James Gleick, "The Life and Science of Richard Feynman", Vintage Books, New York, 1992.

7.08 Barry Gordon and Lisa Berger, op.cit. (ver nota 7.04), p 52.

7.09 Laura Rose, “Easy reading: Finding joy and meaning in words”, Zephyr Press,Tucson, 2001, p viii.

7.10 Kathy Mason, “Going beyond words: The art and practice of visual thinking”, Zephyr Press, Tucson, 1991, p 151.

7.11 T.W. Johnson, Prólogo a “Easy reading” de Laura Rose, op.cit.

7.12 Henning Nelms, “Thinking with a pencil”, Barnes and Noble, 1971, pg. ix.

7.13 Robert H. McKim, "Experiences in visual thinking", Brooks/Cole Publishing Company, Monterey, California, 1972, p 3.