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LA CONCENTRACION


Rafael Villate Mejía
Bogotá, Abril 10, 2011



La llave para el éxito

La concentración es el fundamento para cualquier empresa humana. Sea en el deporte, en las artes, en la ciencia o en cualquier otra actividad, las personas que tienen la capacidad para decidir qué es lo que quieren y para enfocarse en este objetivo y en los medios para lograrlo, obtienen resultados que para muchos parecen inalcanzables

La capacidad para enfocarse en objetivos de largo plazo no es común.Parece no ser inherente a la naturaleza humana sino adquirida como un medio necesario para lograr objetivos. Desarrollamos esta capacidad cuando realmente deseamos algo: debemos aprender a mantener nuestra mente enfocada o nos arriesgamos a ser inefectivos.

Hay dos bases para el éxito: primero, la claridad de propósito; segundo, una perseverancia incansable. Es decir, concentración de la mente y de la voluntad. Puesto que la voluntad humana se alimenta de las emociones, es la emoción positiva unida a la claridad intelectual sobre el objetivo lo que lo hará superar las dificultades que se presenten en la búsqueda de éste. Es decir, la emoción y la razón trabajando unificadamente.

Hay otro aspecto que considerar cuando se explora la actividad humana. La reserva de energía de un individuo, sea física o psíquica, es limitada. Cada vez que usted se desvía por un camino secundario que lo aleja de su objetivo, usted está comprometiendo recursos que son necesarios para avanzar por el camino principal. La concentración de la voluntad y de la razón le da la energía necesaria para alcanzar el éxito.



Su influencia sobre la lectura

Muchos pensamientos recorren su mente, sea que usted esté dormido o despierto. Consciente o inconscientemente pasamos de uno a otro sin ninguna planificación. Podemos decir que nuestras mentes son adictas a esta actividad desorganizada. Aún cuando deseamos orientar nuestra atención a un solo tema, aparecen innumerables distracciones. Con frecuencia, al final de un período de estudio nos damos cuenta de que le hemos dedicado poca atención al tema que nos habíamos propuesto. Esto representa un gasto apreciable e inútil de energía que, como puede suponerse, conduce a la frustración y a conclusiones equivocadas sobre la capacidad personal para el estudio. No soy inteligente, el trabajo intelectual no es para mí, no soy bueno para esta materia ....

Usted lee para entender lo que dice el texto y para recordar lo que le parece importante. Para esto, tiene que seguir el razonamiento del autor, conocer las bases sobre las cuales está desarrollando sus ideas, tratar de captar sus descripciones e imágenes, esforzarse por entender sus conclusiones. Esto no puede llevarse a cabo adecuadamente cuando usted está inmerso en un mar de pensamientos y sentimientos conflictivos.

En un artículo anterior decíamos que «la actividad de extraer información del mensaje escrito para asociarla con los contenidos de la conciencia requiere de atención al desarrollo de lo que se está leyendo. A esta atención sostenida a lo largo del tiempo a medida que se desarrolla un mensaje la denominamos "concentración"» (8.01). Cuando falla la concentración, el lector no sigue el desarrollo de cada paso del mensaje porque su mente está ocupada también por otros pensamientos. Difícilmente lo entiende y tiene que volver sobre sus pasos a repasar, en un círculo vicioso que cansa y aburre, conduciendo a una comprensión aún menor.

En cuanto a la memoria, usted recuerda mejor lo que comprende mejor. Entre más atención le dedique a una experiencia y participe en ella, mejor la entenderá y mejor la recordará después. Por esta razón, usted debe asegurarse de haber entendido bien el material antes de culparse de tener mala memoria. Muchas de las fallas atribuídas a ésta se deben realmente a un proceso pobre en comprensión.

Como en cualquier otra empresa humana, el tiempo mal empleado en una labor produce resultados de baja calidad. A esto se une la percepción del fracaso parcial o total de su esfuerzo y sus consecuencias emocionales negativas. Se está malgastando la energía física y psíquica de que usted dispone y que necesita para lograr sus objetivos de mediano y largo plazo. La concentración es la facultad que usted debe aplicar para lograr mayor eficiencia en el uso de este recurso limitado.



La tranquilidad mental

Es frecuente encontrar la creencia de que la concentración es un ejercicio de la fuerza de voluntad para obligar a la mente a cumplir con un propósito, ejercicio que deja a la persona extenuada e insatisfecha. Pero la concentración y la tensión no se llevan bien. Cuando estamos tensos, parte de nuestra energía mental está dirigida a una preocupación no deseada o bloqueada por ésta. La tensión innecesaria es una carga que entorpece el desempeño en cualquier campo, incluído el intelectual.

Siempre tendremos intereses diferentes y adicionales al objetivo que nos proponemos. Hay que establecer prioridades emocionales: qué estoy dispuesto a hacer ahora con pleno interés y qué puedo dejar para después. Atendemos a una idea en este momento, siendo conscientes de que a las demás les llegará su momento de ocupar el centro.

En este último sentido, la concentración es el resultado de un ejercicio de toma de decisiones. Así como en estos procesos, existe un componente racional, qué conviene hacer, y otro emocional, qué deseo hacer. La decisión es el resultado de unir éstos al comparar entre alternativas: tomando en consideración todos los factores, cuál producirá los mejores resultados para mí en este momento como primera etapa para lograr mis objetivos de largo plazo.

Nuestros pensamientos son el resultado de actividad eléctrica de nuestra mente, la mayor parte de la cual opera independientemente de nuestra voluntad. En cada momento, miles de pensamientos atraviesan nuestra mente inconscientemente. Algunos de éstos llegan a tener la fuerza suficiente para competir por nuestra atención. Lo que llamamos concentración es el acto de escoger uno de éstos y de conservar en el tiempo nuestra decisión de preferirlo frente a otros.

No es un procedimiento violento. Uno no está destruyendo los demás pensamientos que compiten por nuestra atención. Es más bien un ejercicio de canalización tranquila de nuestra atención: estamos nutriendo conscientemente una idea, apoyándola con la energía mental que tenemos disponible. Lo que hacemos es invitar a un pensamiento a que ocupe un lugar central en el escenario de las imágenes mentales, lugar donde se pueda apreciar con mayor nitidez, con menor esfuerzo y menor interferencia. Esto no se logra mediante el uso de la fuerza de voluntad. En cambio, depende de que nuestro interés en el tema escogido nos permita darle atención preferencial sobre los demás.

No importa qué tan cuidadosamente nos hayamos preparado, nuestra mente se desviará ocasionalmente. Cuando esto se presente, hagámonos conscientes de la interferenica, notemos su contenido y calmadamente volvamos al tema central. Si existe una motivación clara, estas distraccciones no se convertirán en un problema insuperable. Si llegan a serlo, tal vez nos están indicando que hay algo que debemos resolver antes de seguir adelante. Pero puede suceder también que todo lo que necesitamos es un descanso o un cambio de tema.

Otro factor crítico es nuestra confianza en la propia capacidad para emprender y culminar exitosamente el estudio. Pocas cosas pueden perjudicar más que la duda y la inseguridad. Una vez tomada la decisión, atengámonos a ella. No nos desgastemos mirando intereses que ya dejamos atrás con nuestra decisión.

La propia expectativa alrededor del logro de niveles adecuados de concentración puede convertirse en un obstáculo. La autocrítica obsesiva reduce sus posibilidades de éxito porque se convierte en una distracción adicional, en una pesada compañera permanente. El objetivo no es lograr la concentración sino comprender y aprender el tema. En la medida en que se vaya canalizando nuestro interés, todo lo demás se irá dando.

Pasar de un sistema en el que es necesaria la imposición por la fuerza brava de la voluntad a otro más racional en el que las cosas se orientan alrededor de la motivación intelectual y emocional puede tomar tiempo. Probablemente no será resultado de una decision puntual sino de ir mejorando a punta de pequeños logros que se van sumando hasta lograr la madurez en el proceso.



La motivación

Como dijimos antes, para mantener niveles satisfactorios de concentración que nos permitan estudiar un tema a través de períodos prolongados de tiempo debemos basarnos en la motivación más que en la fuerza de voluntad. No podemos esperar que un tema de estudio pueda adelantarse bien cuando tenemos que hacer esfuerzos heroicos contra nuestros deseos del momento. Habrá un gasto innecesario de energía, tomará más tiempo que el realmente necesario, nos aburriremos con facilidad, los resultados serán de baja calidad.

Para que aumenten nuestras posibilidades de lograr una concentración sostenida, necesitamos saber, tan claramente como sea posible, cuáles son nuestros objetivos para el estudio de este material. La respuesta debe atender el nivel intelectual y el emocional.

En relación con el intelectual, hay dos preguntas que deben recibir una respuesta clara: ¿Qué necesito de este texto? y ¿Para qué lo necesito? Estas resumen los argumentos que serán la base para su motivación.

En cuanto al nivel emocional, debe considerarse qué tan bien armoniza lo que vamos a estudiar con lo que sentimos que debemos estar haciendo en este momento y en relación con el logro de objetivos más amplios. ¿Hasta qué punto la dirección general de lo que estoy estudiando coincide con otros intereses vitales que yo tengo? ¿Deseo dedicar este tiempo a cualquier otro menester? ¿Por qué? ¿Hasta qué punto entiendo y deseo la dirección que he tomado?

Es posible que la pereza que siento por estudiar un tema específico se deba a que no me he preocupado por entender su relación con lo que deseo hacer en el futuro. En este caso, me estaría engañando al aceptar que no tengo interés por este asunto. Una materia puede no constituir un fin en sí mismo sino un medio que facilita y enriquece el logro de lo que realmente quiero. En esto hay que tener cuidado.

Por otra parte, algunas veces el desgano se debe solamente a una relación poco satisfactoria con el profesor, inclusive con el texto que se está utilizando. Estos puntos hay que tenerlos claros para no magnificar un problema que puede tener solución o soluciones sencillas.

Cuando, en la universidad o la oficina, no tenemos más remedio que enfrentarnos a una tarea desagradable porque nos lo exige el sistema o un superior, debemos considerar el cumplimiento de esta exigencia como un medio sin el cual no podríamos lograr lo que realmente deseamos. Entender que no podemos hacer solamente lo que creemos conveniente o lo que nos gusta. Esto ayudará a reducir los niveles de exasperación y, en muchos casos, puede inclusive asegurar un proceso calmado y efectivo de aprendizaje.

Si, al fin de cuentas, no encontramos razón intelectual o emocional valedera para leer un texto o estudiar una materia, debemos considerar la posibilidad, o de aplazar esta tarea mientras encontramos razones valederas, o de eliminarla del todo.



El contexto

Buena parte del desajuste que se presenta en la motivación consiste en no saber hacia dónde se dirige un argumento o un artículo. Si no sé para dónde voy es difícil organizarme mental y emocionalmente para el viaje. Esto hace ver la importancia de considerar siempre el cuadro completo dentro del cual se ubica lo que estoy haciendo.

Vale la pena plantear un principio general de acción en relación con la lectura:

Nuestra primera prioridad debe ser tener una visión global de lo que voy a leer, para lo cual es necesario hacer un reconocimiento general del material antes de entrar a estudiarlo en detalle.

Este reconocimiento debe aclararme a dónde lleva y por dónde pasa. Es decir, cuál es el final y cuáles las etapas intermedias. Igualmente, qué clase de materiales utiliza para cumplir su propósito. ¿Es meramente discursivo? ¿Incluye datos? ¿Incluye material gráfico? ¿Se basa en argumentos previos de otros autores que se deben conocer?

A veces es conveniente conocer algo sobre las características del autor del texto. ¿Epoca? ¿Escuela de pensamiento? ¿Nacionalidad? ¿Universidad? ¿Especialización? ¿Bibliografía? Etc.

Un conocimiento de los puntos anteriores contribuirá a que no haya sorpresas en el recorrido y a que aumente mi tranquilidad y mi confianza en su resultado. Me permite también planificar mejor el tiempo y el esfuerzo que debo dedicar a este estudio.

Cuando no sea posible satisfacer estos interrogantes con el material que se tiene a disposición, el consejo es buscar la información en otro texto de estudio, con un amigo, en la biblioteca o en el Internet.



Las imágenes mentales

En la medida de lo posible, procure comprometer su capacidad imaginativa cuando lea o estudie. Ya hemos visto en otro artículo (8.02) que las imágenes mentales son esenciales para nuestros procesos de pensamiento. Su utilización permite mayor concentración, comprensión, memoria y velocidad. Con la práctica adecuada usted se sentirá cómodo usándolas y se convertirán en el mejor aliado para mejorar su desempeño intelectual.



La velocidad de lectura

La velocidad a la cual se lee es otro elemento importante para la concentración, la comprensión y la memoria. Leer despacio tiene como consecuencia inicial la dificultad en captar el cuadro completo o contexto con facilidad. Además, el difícil proceso de interpretar las palabras no permite entender las ideas completas con facilidad y este proceso lento reduce también la posibilidad de un apoyo sólido por parte de la memoria de corto plazo. Se debe aprender a leer con rapidez, dentro de los límites que hemos señalado en un artículo anterior (8.03) , no porque este sea un fin en sí mismo, sino porque lograr una velocidad variable para adecuarse mejor a las características del material incrementa la comprensión y la memoria.



Los ciclos de trabajo y descanso

El individuo normal tiene una capacidad limitada de atención continua que cubre apenas unos veinte minutos (8.04). Varios factores pueden afectar la atención, entre otros el interés por el tema y la hora del día, puesto que la eficiencia mental varía en los individuos en ciclos que recorren las 24 horas.

El mensaje, sin embargo, es que usted no debe pensar en períodos muy largos de lectura o estudio a menos que los esté interrumpiendo con descansos más o menos frecuentes, cada 20 o 40 minutos según el tema. Usted debe descansar, no cuando ya se sienta muy cansado, sino precisamente para evitar el cansancio y poder seguir trabajando eficientemente durante períodos más largos. Por otra parte, el espaciamiento entre períodos de estudio ayuda a consolidar la información aprendida y mejora su retención en la memoria de largo plazo (8.05) .

El sueño es otro factor importante para la eficacia del trabajo mental. Son múltiples los experimentos que han corroborado la influencia del sueño en la comprensión y la memoria . Un adulto necesita aproximadamente unas 8 horas por día de sueño para continuar en el tope de su capacidad intelectual . Durante este período se procesa inconscientemente la experiencia del día, incluyendo la información recibida de la lectura. Parece que se establecen y se fortalecen asociaciones que contribuyen a mejorar la memoria (8.06). Al mismo tiempo, el sueño reduce los niveles de tensión interna, lo cual, según hemos visto en párrafos anteriores, también ayuda a la concentración.



La programación del tiempo

La utilización eficiente de dos recursos escasos, el tiempo y la capacidad de estudio del lector, impone una programación que permita maximizar su rendimiento. La lectura inicial de reconocimiento permitirá una primera aproximación en cuanto al tiempo y el esfuerzo que será necesario invertir en el estudio del texto. Cómo se distribuya el estudio dependerá de factores tales como los períodos de descanso y sueño necesarios, y las demás actividades que debe desempeñar el estudiante.

En general, otra consideración importante debe tenerse en cuenta: la mente humana está diseñada para asimilar conocimientos en pequeños incrementos. Esto está ampliamente comprobado por investigaciones que sugieren la conveniencia de estudiar un tema poco a poco en sucesivos estudios diarios sin pretender consumir todo en una sola o pocas sesiones. Así regulado, el proceso permite una mejor consolidación de lo aprendido, es decir, el logro de mayor retención y de mayor seguridad en la recuperación de la información (8.05).

Un sistema programado de lectura o estudio favorece la tranquilidad emocional y la concentración por cuanto ofrece la seguridad de que todos los intereses podrán ser atendidos a su debido tiempo, sin que interfieran unos con otros. Ayuda también a conservar la constancia necesaria para alcanzar metas de largo plazo.

La regularidad programada en el estudio y el descanso no sacrifica la capacidad creativa. Por el contrario, la favorece. No solamente permite disponer del tiempo necesario para pensar y asimilar el material, sino que mantiene a la mente más fresca para encontrar asociaciones valiosas. Los grandes creativos en el área del intelecto han sido personas de una gran disciplina profesional. Los testimonios de vida abundan. Recuérdese, por ejemplo, el caso de Kant, o la persistencia con que Einstein recorrió un solitario camino desde sus primeras publicaciones hasta el enunciado de la relatividad general. No puede esperarse que la creatividad sea producto de la improvisación y superficialidad. Encontrar caminos nuevos implica recorrer muchos y corregir errores, y esto exige mente clara, tiempo y dedicación.



Disciplinas que favorecen la claridad mental

Aparte del ejercicio físico en algún deporte y la preferencia por algún pasatiempo ("hobbie"), existen disciplinas bien estudiadas que contribuyen a nuestra estabilidad emocional y a nuestro rendimiento. Entre éstas deben mencionarse la relajación profunda, el Yoga, la meditación en cualquiera de sus formas y las prácticas de visualización.

Con cada una de éstas podemos lograr nuestro propósito si son ejercitadas con regularidad. Cuál llegue a escogerse dependerá del temperamento del practicante o simplemente de la oportunidad que tenga de acceder a un buen entrenamiento en alguna de ellas.

La ayuda de un profesor calificado es conveniente, al menos en un comienzo. Con ello, no solamente se ahorra tiempo precioso, sino que es más probable mantener los niveles de motivación que conducen poco a poco a un uso verdaderamente efectivo de estas disciplinas.

En artículos posteriores explicaré una de las formas de meditación, la meditación mántrica, y daré algunas técnicas de relajación que pueden ayudar a reducir los niveles de tensión al estudiante.



 
Notas y referencias

8.01 Rafael Villate Mejía, «Qué es leer bien», Febrero 19, 2011. Se encuentra en  <http://rvillate.atspace.eu/page2.html>

8.02 Rafael Villate Mejía, «Las imágenes mentales», Abril 9, 2011. Se encuentra en  <http://rvillate.atspace.eu/page8.html>

8.03 Rafael Villate Mejía, «El reconocimiento de las palabras a "golpe de vista"», Marzo 19, 2011, <http://rvillate.atspace.eu/page6.html>

8.04 Ver, por ejemplo:

► Joan Middendorf and Alan Kalish, Teaching Resources Center, Indiana University, «The "Change-Up" in Lectures», National Teaching and Learning Forum, NTLF, Jan. 1996, Vol.5 No.2. Puede encontrarse en <http://www.ntlf.com>.

► Colin Rose, «Accelerated learning», Dell, 1987, Chapter 3, «Memory».

8.05 Ver:

► Alan Baddeley, «Human memory, theory and practice», Allyn and Bacon, 1990, Chapter seven, "Massed and distributed practice", pg 152.

► Joseph LeDoux, «Synaptic self: How our brains become who we are», Penguin Books, 2002, pg 106.

► University of California - San Diego (2008, November 19). «Improving Long-term Learning Through Spacing Of Lessons». Artículo encontrado en ScienceDaily, April 5, 2011, de <http://www.sciencedaily.com­ /releases/2008/11/081118141708.htm>

► Kristine C. Bloom and Thomas J. Shuell, State University of New York at Buffalo, «Effects of Massed and Distributed Practice on the Learning and Retention of Second-Language Vocabulary». Journal of Educational Research. Volume: 74. Issue: 4. Publication Year: 1981. Page Number: 245. Artículo encontrado en Questia.com, Abril 5, 2011, <http://www.questia.com/PM.qst?a=o&d=77505647&gserror=true>

8.06 Ver:

► Joseph LeDoux,  op.cit., (ver nota 8.05), pg 107.

► Un artículo interesante sobre la necesidad de sueño en los adultos se encuentra en National Sleep Foundation, «How Much Sleep Do Adults Need?» por Michael H. Bonnet Ph.D. and Donna L. Arand Ph.D., Dayton Department of Veterans Affairs Medical Center, Wright State University, and Kettering Medical Center, sin fecha. Puede verse en: <http://www.sleepfoundation.org/article/white-papers/how-much-sleep-do-adults-need>